16 diciembre 2013

Para la mercenaria cubana Berta Soler: una declaración de principios.

Publicado en Rebelion.
Por Octavio Fraga Guerra

“Las palabras, pocas. Los discursos están en el timbre y el espíritu”. 
 José Martí

Esta culta y certera aseveración de José Martí es tan solo un fragmento de las “Crónicas de las conferencias de Washington”, publicadas en el diario La Nación, de Buenos Aires, el 31 de mayo de 1890. 

Y es que el más ilustre intelectual y revolucionario de Cuba, dejó un vasto reservorio de lecciones e ideas de gran sabiduría para el devenir de sucesivas generaciones. 


También nos enseñó los erguidos trazos de un camino por el que debemos de andar, para avanzar por la paz y la unidad de América toda. Su obra ha de ser permanentemente visitada, pues sus esencias nos dan luz ante los desafíos que nos acechan en tiempos donde la guerra se disfraza “humanitaria”. 

Igualmente nos dejó una ruta donde los argumentos –los nuestros-, son las armas que hemos de tomar para preservar las conquistas y los valores de la Revolución cubana. 

Nos sobran elevadas fortalezas para hacernos entender y que nos respeten, ante un mundo cada vez más divido. Habitamos en un planeta que sufre de heridas mortales. Han de curarse con la hermandad de todos los que moramos en ella. 

Mientras se siembra odios sembramos amores. Mientras el dinero juega el rol de ser el mentor de la vida, los cubanos humanistas nos aferramos a la mano erguida y la frente alta para mitigar la opacidad de la muerte y el cómplice silencio a favor de los más desfavorecidos de la “Madre tierra”. 

Es esa mano desinteresada y comprometida, que entre todos hemos esculpido en una “Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes”. Una llana Revolución en una isla empinada y lúcida. Un pueblo engrandecido por el sacrificio de hombres y mujeres que saben distinguir la mediocridad, la incultura, la traición, el anexionismo y el vil mercenarismo de los que se prestan para el cobarde y peligroso juego de fragmentar a la nación cubana. 

Nuestra historia y nuestros héroes son parte de ese legado. Las conquistas de los cubanos no son solo educativas, culturales, científicas o sociales, de las que nos sentimos claramente orgullosos. Los valores que nos identifica y define son también -como pueblo-, el de la solidaridad. Hacemos labor y causa común donde quiera que nuestra voluntad sea requerida. Con ellas fundamos humanidad. 

Cuando leo las declaraciones de los mal llamados “disidentes” cubanos o revisito las ofensivas palabras, como las que hizo la vulgar e inculta Berta Soler quién preside –según ella- las “Damas de Blanco”. Cuando la percibo pavoneándose dentro de los grupúsculos contrarrevolucionarios con poses de futura líder a la que “tendremos que escuchar”. Cuando vulgariza sus declaraciones donde pretende sentenciar que tiene la “sacrosanta verdad” sobre Cuba, -definitivamente- me empeño en escribir textos de denuncia y alerta. 

Habrá que recordarle que el mercenarismo en tierras del general Antonio Maceo, de Ignacio Agramonte, de Carlos Manuel de Céspedes y el internacionalista Máximo Gómez no tiene futuro. Habrá que decirle alto y claro en cada lugar de Cuba y el mundo, que sus calculadas gestualidades movidas por hilos cada vez más perceptibles, no son bien recibidas por el pueblo que no acepta mandatos extranjeros con “aires de democracia”. 

Una “democracia” del dólar sobre el bienestar del hombre. Una “democracia” basada en la guerra intervencionista y fratricida por encima de la paz. Una “democracia” que pone a los gobiernos progresistas del mundo -que se le antoja listar-, como violadores de los derechos humanos. Sobre sus conciencias –la de sus gobernantes-, se asienta las más abominable prácticas de la tortura sin juicio final. Claramente hablo de la ilegal Base Naval de Guantánamo que persiste hoy, en contra de la voluntad del pueblo cuban.

Con José Martí he de volver, para desnudar las verdades de esta habitual huésped de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana, que no representa la dignidad, la mejor tradición patria y la historia de Cuba. 

El maestro publico en el periódico Patria, el 4 de junio de 1892, purificadoras ideas que retratan el verdadero esqueleto de esta despreciable lacaya de gobiernos extranjeros. 

Bajo el titulo: “Los cubanos de afuera y los cubanos de adentro” sentenció: “Con lenguas de traidores debe escribirse en la historia de un pueblo el nombre de quién anteponga la autoridad de su persona o de su camarilla a la concordia y unificación de su país”. 

En unas declaraciones recientes afirmaba la mercenaria Berta Soler expresaba: “… que se mantenga el embargo comercial de Estados Unidos y que se limiten los viajes a la isla hasta que el gobierno de Raúl Castro acate los derechos humanos”, (…) respeto las opiniones de todo el mundo, pero la mía, la de las Damas de Blanco, es que no se levante el embargo”. 

El genocida bloqueo contra Cuba –que ella llama embargo-, es una injusta y una criminal medida contra todo un pueblo. La historia de más de 53 años de Revolución, ha sido la más digna resistencia ante la huella de una gran verdad. Miles de millones de dólares han costado y seguirá costando a Cuba esta inmoral medida económica, comercial y financiera si no se destierra de una vez y por todas. El pueblo cubano persistirá en su voluntad de seguir desarrollando su modelo de sociedad, a pesar de que es mantenida, como una espada sinuosa que deja profundas huellas y heridas en nuestras vidas. 

Que esta vulgar mujer haga declaraciones de este calibre en contra de su propio pueblo, dice mucho de su bajeza humana y su servilismo ante sus jefes del Norte. 

El presidente Raúl Castro, -como lo hizo el compañero Fidel, líder histórico de millones de cubanos-, cumplen con sus responsabilidades de gobierno ante la expresa voluntad y mandato de todo un pueblo. 

Cierto es, que en el mundo impera otros modelos de sociedad diferentes al que existe constitucionalmente en Cuba. No por ello debemos de acatar las presiones venidas de tierras extrañas. No por ello debemos de asumir otras formas de ver la sociedad, la cultura o la economía que anda a debacle y sin un rumbo definido. 

De las misma manera que respetamos la voluntad soberana de cada pueblo y su gobierno en hacer de su país un mundo diferente, nos sentimos con el deber y el derecho de hacer respetar nuestra voluntad soberana. 

Siguiendo esta misma línea de declaraciones, hechas por esta lacaya del gobierno de los Estados Unidos ante el Canal Univisión de Miami, esta afirmaba: “Realmente lo que yo tenía que hacer en los países donde fui, fue a denunciar al régimen castrista. A pedir solidaridad, a que se mantenga el bloqueo. A que asfixien al gobierno cubano”. 

Estas no son las adjetivaciones de una mujer que aboga –según ella-, por una “lucha cívica y pacífica” por Cuba. Estas no son angelicales expresiones de una “disidente” que hace uso de la palabra para un supuesto cambio democrático para Cuba. Los tonos y los adjetivos de esta supuesta líder construida a destajo, son claramente ofensivos y hostiles. Sus palabras responden a un guion escrito por el gobierno de los Estados Unidos, por sus cómplices internacionales y las organizaciones que se prestan para ello. 

La soberanía de la nación cubana, no se podrá mancillar por los cantos de sirena de los servidores que hacen la labor sucia y mezquina de sus mentores de lengua extraña. 

Cierro esta declaración de principios con José Martí. Con él, “dialogo a diario” en medio de tantos textos que me acompañan que urgen leer, para transitar por estas tierras de Cervantes, con la frente alta y los pies descalzos. 

“A quién crea que falta a los cubanos coraje y capacidad para vivir por sí en la tierra creada por su valor, le decimos: -`Mienten`”.

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