Publicado en Opera Mundi
Autor Salim Lamrani
A pesar de las múltiples presiones
de Estados Unidos, América Latina se niega a organizar la próxima
Cumbre de las Américas sin la presencia de Cuba.
Por primera vez en su historia, la
próxima Cumbre de las Américas que tendrá lugar en mayo de 2015 en
Panamá podrá contar con la presencia de Cuba, víctima de ostracismo
desde el triunfo de la Revolución en 1959 por parte de Estados Unidos
con su expulsión de la Organización de Estados Americanos (OEA) en
1962. La Habana no pudo participar en las ediciones anteriores de 1994,
1998, 2001, 2005, 2009 y 2012. Este séptimo encuentro, que agrupa a
los 34 países miembros de la OEA cada tres o cuatro años, sucede a la
Cumbre de Cartagena, Colombia, de abril de 2012, donde virulentos
debates enfrentaron a Estados Unidos (apoyado por Canadá) a los demás
Estados, que no aceptaban la ausencia de Cuba. Las naciones del
continente decidieron por unanimidad que no podían tener lugar más
reuniones sin la presencia del Gobierno de La Habana, aislando así a
Washington.
Durante décadas Cuba se encontró
aislada por las presiones de la Casa Blanca. Así en 1962 todas las
naciones, de Canadá a Argentina, rompieron las relaciones con La Habana,
con la notable excepción de México. Hoy todos los países de América
tienen relaciones diplomáticas y comerciales normales con Cuba, con la
excepción de Estados Unidos.
Washington multiplicó las presiones
sobre Panamá para que no se invitase a Cuba en 2015. Además de intensas
negociaciones diplomáticas directas, Estados Unidos emitió varias
declaraciones públicas oponiéndose a la participación de la Habana en la
próxima Cumbre de las Américas. El Departamento de Estado, mediante su
secretaria de Estado para los Asuntos del Hemisferio Occidental,
Roberta Jacobson, reiteró su oposición a la presencia de la isla.
Juan Carlos Varela, el presidente de
Panamá, no cedió a las presiones estadounidenses y reafirmó su voluntad
de acoger a Cuba: “América es un solo continente, incluye a Cuba y hay
que ser respetuoso con eso. La canciller Isabel de Saint Malo se lo
dijo al secretario de Estado de EE.UU. John Kerry en su visita a
Washington […]. Deben estar todos los países […].Tenemos que buscar lo
que nos une y dejar por unos días cualquier división política para
afrontar retos coordinados. La participación de Cuba es importante,
porque podría llevar mucho al debate de situaciones políticas. Por
ejemplo las negociaciones de pacificación de Colombia son en La
Habana”.
Panamá incluso mandó simbólicamente a
Isabel de Saint Malo, vicepresidenta de la República y también
canciller, a Cuba para extender la invitación al presidente Raúl Castro.
“La familia americana estaría incompleta sin Cuba. Panamá ha
manifestado como anfitrión que queremos contar con todos los países. Si
la Cumbre es de las Américas y Cuba es un país miembro de las
Américas, para que esté completa la participación es necesaria la
presencia de Cuba. Si tú invitas a tu familia a comer y dejas un
miembro por fuera, la familia no está completa”, declaró Isabel de
Saint Malo. Por su parte Martín Torrijos, presidente de Panamá entre
2004 y 2009, celebró el “triunfo colectivo” de América Latina que supo
resistir a las presiones procedentes del Norte.
Incluso Miguel Insulza, secretario
general de la muy dócil Organización de Estados Americanos, declaró su
deseo de ver a Cuba en la Cumbre: “No hay ningún motivo legal” que
impida la participación de La Habana. Insulza recordó que era tiempo
para Estados Unidos “probar otra cosa” tras más de medio siglo de
política hostil hacia la isla del Caribe, y optar por el “diálogo”.
Durante la última Cumbre de 2012 varios
países como Argentina, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, condicionaron
su participación en la edición de 2015 a la presencia de Cuba. En mayo
de 2014, los miembros de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR),
que agrupa a 12 naciones, publicaron una declaración que expresaba “su
voluntad de que la hermana República de Cuba esté presente en la
próxima Cumbre de las Américas de forma incondicional y en plano de
igualdad”. Haití y Nicaragua expresaron el mismo punto de vista. Según Managua, “una Cumbre de las Américas sin la presencia de Cuba, no es Cumbre de las Américas”.
Ecuador ya boicoteó la Cumbre de
Cartagena de 2012. Su Presidente Rafael Correa explicó las razones: “Es
inadmisible una Cumbre de las Américas sin Cuba, como era inadmisible
una Organización de Estados Americanos sin Cuba”. En 2009, la OEA
decidió abrogar la resolución relativa a la exclusión de la isla. “Eso
no puede tolerarlo América Latina. He decidido que, mientras sea
Presidente de la República del Ecuador, no volveré a asistir a ninguna
Cumbre de las “Américas”, agregó.
La solidaridad que expresa América
Latina con Cuba es emblemática de la nueva era que atraviesa el
continente desde hace unos quince años, marcada por una voluntad de
emancipación, independencia e integración y rechazo de la hegemonía
estadounidense. Ilustra también el aislamiento total en el cual se
encuentra Washington y el repudio que suscita su política obsoleta y
cruel de sanciones contra La Habana, las cuales afectan a las
categorías más vulnerables de la sociedad, empezando por las mujeres,
los niños y los ancianos.
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