Autor Edmundo García
Sobre Cuba siempre hay temas interesantes para trabajar; pero para
los medios de esta ciudad solo sirve lo que permita difamar y atacar.
Unos temas están más cerca en el tiempo, otros más lejos. Hoy quiero
hablarles de uno relacionado con la historia reciente; con el “pasado”
de hace unos cuatro o cinco años. Parece poco tiempo, pero en Miami se
olvida demasiado pronto; por eso es una ciudad a la que los farsantes le
pueden mentir impunemente una y otra vez. A veces, con la misma
mentira. Parecería que Miami grita la letra de aquel bolero que decía:
“Miénteme más, que me hace tu maldad feliz”.
Lo que les voy a contar fue sensación hace poco tiempo; pero igual
que se infló, de pronto desapareció y los medios hacen todo lo posible
porque no se recuerde. Los propios protagonistas han desaparecido de la
escena. ¿Dónde están? ¿Qué ha pasado con sus vidas? Entre los años 2006 y
2009, quizás un poco más, hubo aquí una euforia con personas que
aseguraban poseer y estar dispuestas a revelar en primicia, los secretos
más importantes sobre Cuba.
Sucedió principalmente en televisión, en los programas que a las 8 de la noche
tenían Oscar Haza (A mano limpia) y María Elvira Salazar (Polos
opuestos). El auge que lograron en aquella época pasó ya; las cosas que
se “revelaron” no conservan ninguna credibilidad. Nadie las refiere: ni
los académicos, ni los periodistas y ni siquiera la gente común. Digamos
que aquella fue la “época dorada” de la televisión anticubana en Miami.
Lo que ahí se decía repercutía en la prensa escrita y en la radio al
siguiente día.
Un grupo de desertores llegaron por entonces asegurando que tenían en
Cuba altos cargos y posiciones que les permitieron estar muy cerca de
la dirección del país. Todos prometían disponer de informaciones
“clasificadas”.
Recuerdo que ante tales promesas Oscar Haza le decía a los
vulnerables televidentes de Miami: “Saquen las video caseteras (entonces
no había la tecnología de ahora) y graben el programa de hoy para que
sus nietos, biznietos y las futuras generaciones sepan cual es la
historia real de Cuba, solo contada aquí”.
Toda aquella pamplinería resultó una mentira. Los “testigos” que
aparecían por Miami eran en verdad unos tumbadores dedicados a estafar a
la opinión pública y a meterse el dinero en el bolsillo a cambio de
cualquier fanfarronería.
Tanto los productores como los presentadores de esos programas de
televisión sabían que era falso lo que sus invitados contaban; pero no
los cuestionaban porque ellos eran (y son) parte de la farsa. También
son tumbadores que estafan a la opinión pública del sur de la Florida.
María Elvira Salazar y Oscar Haza hicieron de esto un pequeño
central. Y se discutían a los mitómanos, se los arrebataban a mala cara,
ofreciéndoles más paga y beneficios. Porque por todo eso se cobraba;
desde 200 dólares a sumas injustificadas.
Aquella fue la época de las vacas gordas en la televisión de Miami;
como la de otros negocios en los 80, con sus “scarface” y todo. En el
delirio de ganarle a la competencia, María Elvira Salazar llegó a
entrevistar a actores disfrazados como si fueran personas reales. Esto
no solo lo copió Oscar Haza en el Canal 41 de Miami, sino hasta Fernando
Hidalgo en su programa de variedades, cuando se disfrazó a sí mismo de
Rafael Díaz-Balart y le respondió a un supuesto periodista sobre cosas
que había hecho como empleado del dictador Fulgencio Batista. De más
está decir que Díaz-Balart, fundador de la primera organización
terrorista contra Cuba en el 1959, quedaba como un santo en la
representación de Fernando Hidalgo.
Esto es perder el piso donde debe estar parado un profesional del
periodismo. Para mal de Miami esta engañifa duró más de tres años.
Aparecía un embaucador en un canal y después era sustituido por otro. El
desplazado caía de pronto en la estación del frente o iba a la radio; y
ya en la debacle terminaba los fines de semana metiendo paquetes por un
café y un pastelito de guayaba en la ventanilla del restaurante
Versailles de la calle 8.
Esta gente, con contrato de “exclusividad” y todo, desapareció. Y yo
me pregunto: ¿Dónde están metidos? Por ejemplo: ¿Dónde está el “agente
Otto”, Delfín Fernández? Nadie sabe. Delfín se apeó en el 2007 en el
programa de María Elvira Salazar y entre los tantos mitos que vendió
estuvo un espectacular desvío hacia La Habana de un vuelo de la
aerolínea panameña Copa, donde él se encontraba, supuestamente para
secuestrarlo por el “daño” que sus revelaciones televisivas estaban
causando a la revolución.
Según su cuento, tropas especiales combinadas de las FAR y el MININT
de Cuba habrían rodeado el avión de Copa en la pista del Aeropuerto
Internacional José Martí para hacerlo prisionero. Cosa que según Delfín
él mismo evitó con una llamada a Otto Reich, un cómplice de lo peor de
la extrema derecha cubanoamericana, a quien el desertor se pegó como una
garrapata a un burro.
El llamado (por él mismo) “agente Otto” era conocido en Cuba por
andar con un falso teléfono celular; uno de aquellos armatostes
diseñados en los años 90, a través de cuya caparazón aparentaba
conversaciones en voz muy alta con grandes personajes mundiales.
Delfín Fernández se dio el lujo de descubrir “Google map” en la
televisión de Miami. Lo mismo que hizo la gente en su casa o en su
escuela cuando Google estrenó este servicio de “zoom” o acercamiento
cartográfico, Delfín lo paqueteó en los programas de Haza y María Elvira
como si fuera una habilidad especial suya, o una técnica especial
otorgada por los servicios de inteligencia norteamericanos para que él
captara imágenes de casas de dirigentes e instituciones cubanas. Claro,
podían estafar descaradamente a los viejitos del exilio histórico que no
conocían internet. Y estos, ansiosos de sensacionalismo anticubano, se
dejaban engañar.
Estas cosas se mostraban y se pagaban en la televisión de Miami. Al
llamado “agente Otto”, una vez famoso, ya nadie lo recuerda. Lo último
que se supo de él es que estaría afrontando un problema con la ley.
Delfín contaba sus mentiras con la coherencia de un mitómano
profesional. Esto y más se decía sin que María Elvira Salazar y Oscar
Haza objetaran una coma. Muchos de los videos de esos programas, alguna
vez disponibles en YouTube, ellos mismos los han retirado de la red;
pero por suerte nuestro programa La Tarde se Mueve cuenta con un buen
archivo por si hay que refrescar la memoria.
Por la época se apareció en Miami Dashiell Torralba con un video
supuestamente sacado clandestinamente de Cuba, en combinación con un
amigo, con el que iba a demostrar la opulencia de los dirigentes de la
revolución. Pero lo único que mostró fue la sencillez con que vive el
líder histórico de la revolución Fidel Castro. Siendo un jefe de estado,
las imágenes mostraban la austeridad de una familia cubana. Los
televidentes de Miami quedaron desencantados porque más que una denuncia
parecía una promoción de la austeridad de la revolución. Dashiell
terminó en delitos que la llevaron a prisión; y hoy vive fuera de Miami,
en la costa oeste de la Florida.
También se apeó en Miami otra muchacha llamada Idalmis Menéndez, que
venía desde España con el cuento de que había tenido acceso a
conversaciones sobre cuestiones compartimentadas a nivel de Buró
Político y de Estado Mayor de las FAR y el MININT. Fue difícil que se
tragaran el paquete. Idalmis fue pagada para que dijera este tipo de
cosas por la producción de María Elvira Salazar, desesperada por
conseguir un poco de teleaudiencia.
Hay que decir que los jefes de producción de aquellos dos programas,
Roberto Céspedes de “Polos opuestos” y Miguel Cossío de “A mano limpia”,
que estudiaron periodismo en Cuba con muchísimos privilegios, son los
grandes responsables de estas estafas informativas. Si no demandados,
por lo menos deben ser rechazados por la cantidad de falsedades, hoy
totalmente desacreditadas, que esparcieron en la comunidad. Con menos
fuerza, ahora casi sin televidentes, siguen en eso todavía.
Oscar Haza pensó hacer el pan con un ex escolta de Fidel llamado
Reynaldo Sánchez. Este señor fue sacado de esa responsabilidad porque
incumplió con el Ordeno 1 del Comandante en Jefe, que prohíbe tener
relaciones con personas residentes en el extranjero. Algo que sucede
también en los Estados Unidos por una simple cuestión de seguridad
presidencial.
Al salir de la escolta, Sánchez trabajó en Cuba como gastronómico y
recibía muy buenas propinas de visitantes extranjeros, solidarios con la
revolución, debido a las fotos que enseñaba en compañía de Fidel.
Usando esas mismas fotos Sánchez se dio el lujo de decir en Miami unos
paquetes tan grandes que hoy solo se evocan en son de burla. Entre otras
cosas, dijo que estuvo con jeques y emires, que transportó esmeraldas,
diamantes y armas con empuñaduras de oro hacia sitios escondidos que iba
revelar. Y aunque ninguna de esas revelaciones fue hecha, Oscar Haza
exclamaba para darle realce: “¡Cómo! Esto es la primera vez que se dice
en público en Miami”.
A Sánchez me lo encontré un día y le aconsejé que en lugar de
degradarse con más mentiras, mejor aprovechara los conocimientos
adquiridos en Cuba poniendo una academia de defensa personal. Algo mucho
más decente. Él mismo puede atestiguar que se lo recomendé.
Como dije anteriormente, toda esta pantalla es más inmoral aún porque
tanto los productores como los presentadores sabían muy bien que se
estaba mintiendo. Una descarada estafa a los desesperados televidentes
de Miami.
También pasaron por la televisión en aquel entonces otros personajes
menores. Carlos Calvo, que hizo su servicio militar en una garita en la
zona de Santa Fe y Jaimanitas y se presentó como escolta y especialista
en artes marciales. Hizo descripciones de las verduras y otros vegetales
de un cantero del Punto Cero; y arriesgándose a una demanda acusó a
actores de Hollywood y políticos de haber participado en desenfrenos
sexuales en la zona de El Laguito; algo que jamás pudo probar.
Roberto Hernández del Llano se presentó como un mando de la
Contrainteligencia Militar, con acceso a expedientes y secretos
personales de altos oficiales de las FAR; y como prueba de esto la
televisión de Miami presentó unos videos de fachadas y portales de
casas, malamente filmados desde un auto en marcha. Un señor llamado
Roberto Ortega, inmediatamente ascendido por María Elvira de Teniente
Coronel a Coronel Jefe de los Servicios Médicos de las FAR, dijo tener
datos sobre la producción de armas biológicas en Cuba y conocer
supuestos “expedientes” sobre la vida sexual de la dirigencia cubana;
dijo incluso haber tenido acceso a los archivos de un supuesto
“Departamento de Chantaje y Difamación”, que desde luego solo él se
creyó, porque ni la CIA, ni el FBI, ni la NSA dan crédito a semejante
ridículo.
Y por último (hay otros que no cito), quizás el más pintoresco de
todos, se hizo famoso en el Miami de 2006-2009 el “economista” Marzo
Fernández. Parecido a un personaje del bufo cubano, tumbador nato, se
presentó como fundador de la JUCEPLAN y poseedor de una lista de las
grandes cuentas bancarias de Cuba. Hasta algún que otro medio
norteamericano se fue con la de trapo con este señor.
En Miami se comenta en broma que Marzo Fernández, ilustre Presidente
de la “Fundación Marzo Fernández”, debió vivir en Cuba en una especie de
poliedro de infinitas caras porque cada vez que se habla de algún alto
dirigente o celebridad él asegura que vivía al lado de su casa. De este
sí sabemos algo: a veces asiste al programa de Armando Pérez Roura en
Radio Mambí, donde el mismo zorzal de Ceiba Mocha tiene que andar con
cuidado por sus tupes.
Aquí tienen una breve galería de antiguos famosos que hoy están en el
olvido. Nadie los recuerda, a pesar de que este grupo puso el tupe en
el cielo.
Comparado con sus paquetones, son hasta risibles los cuentos que
traen los nuevos mitómanos que pasan por Miami; como el Coco Fariñas,
Rodiles, Yoani, Berta Soler, Antúnez y otros. Así que saquen ustedes su
propia cuenta: Si aquellos mentirosos de talla mayor fueron
repentinamente borrados de la memoria, ¿cuán pronto no se borrarán del
escenario los mentirosillos de hoy?
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