Tomado del El Heraldo Cubano.
El presidente Barack Obama fue explícito
el pasado 17 de diciembre, cuando anunció el restablecimiento de las
relaciones con Cuba y el cambio de táctica para lograr su deseado
objetivo de destruir el socialismo. Tal
decisión sorprendió al mundo y en particular a los que en Estados Unidos
llevan 56 años viviendo de los millones de dólares asignados sin
resultados, y de inmediato comenzaron las acusaciones contra el
Presidente y el cabildeo en los pasillos del Capitolio.
Tontos que no ven más allá de sus narices, pues esa bola está cantada y no hay quien la pare.
Obama no está loco y mucho menos se cree
Robín Hood. Una decisión de esa magnitud está colegiada por los
decisores de la política estadounidense, entre ellos el Consejo de
Seguridad, la Comunidad de Inteligencia y el Pentágono, quienes dieron
su visto bueno al creer que les dará más beneficios que daños.
Para recuperar cierta credibilidad en
América Latina, ese paso es crucial y las últimas reuniones regionales
así lo demostraron. Sin Cuba integrada al área no hay nada de qué hablar
con Washington. El tiempo es otro y si no cambian, todo está perdido
para Estados Unidos.
Los miembros de la mafia terrorista
anticubana tienen que acogerse a la nueva política o lo perderán todo.
Podrán gritar, amenazar e incluso llorar, pero esa bola rueda cuesta
abajo y sin frenos, sin que la pueden detener.
El gobierno lleva a cabo una línea de
acción inteligente. Por una parte permite que inviten a cuatro
contrarrevolucionarios a declarar en las audiencias de subcomités del
Congreso, que lejos de ayudar perjudican, porque escogieron lo peor para
ser escuchados por senadores y representantes.
Los “disidentes” invitados son personas
sin categoría para representar a un país que tiene un alto nivel
escolar, cultural y político, no son conocidos por el pueblo cubano, e
incapaces de llevar las riendas del gobierno.
Otra maniobra ejecutada por Obama fue
enviar a Miami a Roberta Jacobson, sub secretaria de Estado, para
escuchar a los miembros de la mafia anticubana, esa que acoge y protege a
asesinos y terroristas como Luis Posada Carriles, autor confeso de la
voladura de un avión civil cubano en pleno vuelo y de las explosiones
provocadas contra hoteles y restaurantes de La Habana, con el saldo de
un muerto y decenas de heridos.
Mientras eso sucede, la avalancha de
congresistas que arriban a La Habana es constante, los cuales estudian
en el terreno las posibilidades para avanzar, comprueban los engaños de
que ha sido víctimas debido a las campañas conformadas por la mafia
anticubana durante años, a la vez que disfrutan por primera vez en medio
siglo, de las bellezas de una de las 8 ciudades seleccionadas como
maravillas del mundo.
Las visitas se suceden una tras otra. Los
senadores Claire McCaskill, Mark Warner y Amy Kloobuchar, de Missouri,
Virginia y Minnesota, llegaron el sábado 14 de febrero, como símbolo del
día del amor y la amistad.
Los tres intercambiaron con autoridades y
diferentes sectores de la sociedad cubana, percatándose del alto nivel
profesional y cultural de sus anfitriones, algo bien diferente al
mostrado por los llamados “disidentes”.
Conocieron lugares de desarrollo
económico como el nuevo puerto del Mariel y su Zona Especial de
Desarrollo, ZED, estudiando las oportunidades comerciales para ambos
países, algo que la mafia anticubana no permite, al oponerse a esa nueva
política, la libertad de viajes y el comercio bilateral, pues ven el
fin de su existencia si se consolida la línea de trabajo anunciada por
Obama.
Otra de las visitas es la de Nancy
Pelosi, líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes,
quien arribó a Cuba el 17 de febrero al frente de una delegación de
nueve congresistas para sostener reunirse con funcionarios del gobierno,
el cardenal Jaime Ortega y diplomáticos radicados en la isla.
Los miembros de la comitiva son Eliot
Engel, Nydia Velázquez y Steve Israel de New York; Rosa DeLauro de
Connecticut; Collin Peterson de Minnesota; Anna Eshoo de California; Jim
McGovern de Massachusetts y David Cicilline de Rhode Island.
En estos días también recorrió sitios de
interés y filmó en La Habana, el humorista Conan O’Brien, quien rodó
varios segmentos para su estelar programa por la cadena TBS y que
saldrán al aire el próximo 4 de marzo.
Ante el descubrimiento de los engaños y
tergiversaciones sobre Cuba, los congresistas se enfrentarán a los
mafiosos anticubanos del Congreso con argumentos sólidos, por lo que se
comenta en los pasillos del Capitolio que Ileana Ros-Lehtinen, Mario
Díaz-Balart, Marco Rubio y Bob Menéndez, están bajo tratamiento por
hipertensión, taquicardia y cólicos estomacales, al comprobar que se les
acaba su cuarto de hora.
En fin, que el juego de béisbol está en pleno desarrollo y la mafia quedó al bate con tres strikes cantados.
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