Publicado en el Heraldo Cubano.
Autor Arthur Gonzalez
Cientos de miles de dólares gasta mensualmente Estados Unidos en sus
campañas mediáticas para distorsionar la realidad de Cuba y una de las
más recalcadas es la supuesta falta de libertad de expresión que sufren
los llamados “periodistas independientes”, esos que forman a la carrera
en cursillos dentro de los locales de su misión diplomática en la
Habana.
Permanente la prensa anticubana publica supuestas detenciones de esos
asalariados, orientados a desinformar respecto a la situación cubana,
algo que
se desbarata cuando millones de turistas ingresan a la Isla y
comprueban el engaño, y que esa Cuba que dibujan en Internet es
totalmente diferente, aunque sufre la guerra económica que Estados
Unidos se empeña en mantener desde hace medio siglo.
En Cuba no hay reportes de periodistas asesinados o desaparecidos, como
si sucede en otros países del mundo. No obstante, los que viven de las
mentiras contra su patria, insisten en decir que son “perseguidos
reprimidos y carecen de libertad de expresión”, algo que creen aquellos
que nacieron después de 1959 y solo han escuchado las inventadas
atrocidades que comete el Gobierno de Castro.
Sin embargo, México considerado el país más peligroso para escritores y periodistas en todo el mundo, no recibe similar tratamiento y las declaraciones de verdaderos periodistas de carrera, son silenciadas por los grandes medios de comunicación en manos de poderosos consorcios que dominan las informaciones que a diario se transmiten.
En la recién concluida 71 Asamblea General de la Sociedad Interamericana
de Prensa, celebrada en Charleston, Carolina del Sur, Estados Unidos,
el tema de Cuba fue ampliamente debatido, por supuesto poniéndola como
el “infierno comunista”, donde la libertad de prensa se fue volando en
1959, quizás llevada para Miami por los asesinos y testaferros del
dictador Fulgencio Batista, que encontraron refugio seguro en ese país.
El tema de México, aunque mencionado, no recibe similar tratamiento que
el cubano, a pesar de que allí la vida no vale nada y sus autoridades se
enriquecen cada día más; donde el crimen organizado mantiene una
estrecha conexión con funcionarios gubernamentales y la policía, algo
que pone en juego la vida de millones de ciudadanos diariamente, siendo
el sector de la prensa uno de los más agredidos.
No es secreto que en los últimos 10 años se reporta el asesinato de casi
un centenar de periodistas en México, lo que jamás ha ocurrido en Cuba,
pero Estados Unidos nunca lo ha sancionado, ni bloqueado por los
permanentes crímenes a manos de las mafias de las drogas, que asesinan a
los pobladores y a aquellos funcionarios que se niegan a colaborar en
ese jugoso negocio, que colma de millones de dólares a muchos en el
Gobierno.
En América Latina las cifras mensuales de periodistas asesinados crecen cada año, aunque ninguno es cubano.
Solo entre marzo y septiembre de 2015 suman 11 los periodistas muertos,
de ellos 3 en México y Brasil respectivamente, 2 en Guatemala y 1 en
Colombia, Honduras y República Dominicana.
De tales datos no hablan los asalariados de los yanquis en Cuba, esos
que se quejan diariamente de ser “reprimidos”.Sería muy conveniente que
les dieran algunas becas en México y denunciaran las atrocidades que
viven en ese país, para que conocieran lo que es una verdadera represión
y el trato que les da la policía.
Si quedan con vida, regresarían a Cuba felices de vivir en un país donde
pueden visitar libremente la embajada de Estados Unidos para recibir
entrenamiento de cómo conspirar contra el Gobierno, enviar a sus hijos
solos a las escuelas a recibir una educación gratuita, sin el temor de
que los secuestren para venderle sus órganos o enviarlos a lupanares
para explotarlos sexualmente.
Quizás los “disidentes” de raza negra, esos que aseguran la existencia
de racismo en la Isla, prefieran trabajar como periodistas
independientes en la ciudad estadounidense de Ferguson, Missouri, a fin
de denunciar el asedio, la represión y el asesinato de que son víctimas
los negros.
Seguramente tendrían plena libertad para acusar a los policías y jueces
de raza blanca por su actuación, e incluso conocerían de primera mano
las citaciones que hace el Departamento de Estado para interrogar a los
periodistas y algunos medios de prensa, acusados de “interferencia y
violación de la propiedad”, cuando divulgaron la verdad sobre la muerte
del joven negro Michael Brown en el año 2014.
A esos quejosos contra Cuba, José Martí bien los definió cuando dijo:
“…La queja es una prostitución del carácter”
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