Autor: Nestor García Iturbe
Recientemente tuve un intercambio en la Habana con un grupo de estadounidenses que estaban visitando la Isla.
Dentro de las preguntas que hicieron estaba si existía en Cuba libertad para viajar al exterior, pues les habían dicho que no todas las personas podían viajar libremente fuera de Cuba.
Esto me permitió explicarles que años atrás existía un documento llamado permiso de salida, el cual era necesario poseer, además del pasaporte, para salir del país. En estos momentos todo ciudadano cubano puede solicitar su pasaporte, con este único documento, ir a cualquiera de los Consulados existentes en Cuba que representan los distintos países del mundo y solicitar una visa para viajar al mismo, claro está, en caso de que esta se requiera, pues Cuba tiene convenio con distintos países a los que los cubanos pueden viajar sin necesidad de visa, comoEcuador.
La próxima pregunta que realizaron estuvo relacionada con los cubanos que se encuentran en Costa Rica.
Al respecto les expliqué que todos esos cubanos habían salido legalmente de Cuba, con su pasaporte, tomando un avión en el aeropuerto de la Habana, sin problema alguno, para viajar hacia otro país que le había concedido visa o donde no la necesitaban. El país al que se dirigieron los había aceptado legalmente, pues de no hacerlo los hubiera deportado a Cuba en el momento de su llegada.
Esos cubanos tenían la real intención de residir en Estados Unidos. Viajaban de un país a otro hasta llegar a la frontera estadounidense, principalmente con México, donde esperaban encontrar un traficante de personas que por algunos miles de dólares los ayudara a entrar clandestinamente en Estados Unidos.
La razón de hacer este periplo estaba en dos situaciones fundamentales. Esos cubanos, si lograban ingresar en Estados Unidos sin que las autoridades los detectaran, de acuerdo con la Ley de Ajuste Cubano, eran considerados pies secos y por lo tanto podían permanecer en el país sin ser deportados a Cuba. Si eran capturados antes de entrar en Estados Unidos, o en alta mar, se les consideraba pies mojados y entonces el gobierno estadounidense los enviaba de regreso a la isla.
Uno de los visitantes expresó que no entendía el asunto. Si esas personas desean viajar a Estados Unidos, podían dirigirse al Consulado existente en la Habana, solicitar su visa y ahorrarse todas estas molestias y riesgos.
Esa es la segunda situación, le aclaré al visitante. Prácticamente todos esos cubanos que se encuentran en Costa Rica, en su momento, solicitaron la visa estadounidense en el Consulado de la Habana, presentaron todos los documentos que le solicitaron, pagaron 160 dólares para tener derecho a la entrevista correspondiente y las autoridades estadounidenses les negaron la visa. Algunos regresaron a los pocos meses, volvieron a presentar sus documentos, volvieron a pagar otros 160 dólares y nuevamente le negaron la visa.
Ellos querían entrar legalmente a Estados Unidos, pero las autoridades estadounidenses en la Habana se lo negaron y entonces esas personas tomaron la decisión de hacer su entrada por vías ilegales.
Uno de los visitantes se puso de pié y expresó: “Entonces esos cubanos, que desean viajar a Estados Unidos, no tienen impedimento alguno por parte de las autoridades de Cuba para que viajen, han tenido que viajar a otros países para tratar de entrar en Estados Unidos violando las leyes, porque el Consulado estadounidense en la Habana les ha negado las visas, además de cobrarles por eso. En resumen, Estados Unidos provoca que se violen sus propias leyes”.
No tengo que contarles el curso que tomó la reunión, lo que dijeron del Departamento de Estado, el gobierno en Washington y las cartas que escribirían a sus Senadores para que les explicaran esto.
¡Increíble! ¡Increíble! Era la palabra que más se escuchaba.
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