Por Arthur González.
El martes 24.11.2015, la artillería de Turquía derribó un avión ruso SU-24, después que este atacara un convoy con petróleo sirio robado por las fuerzas terroristas del ejército islámico, traficado a través de hombres de negocios turcos.
Se sabe que con las ventas millonarias de ese petróleo se mantienen las fuerzas terroristas, las que supuestamente tanto combaten Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, sin efectividad.
Acciones similares llevan a cabo en Irak y Libia, donde los recursos naturales de esos países son saqueados ante la vista de Estados Unidos, único responsable de la formación y mantenimiento de ese ejercito mercenario y terrorista, en su desesperado intento por derrocar al líder sirio Bashar Al Assad.
Fracasadas las acciones políticas internas en Siria y tras la victoria rotunda de presidente Al Assad en las pasadas elecciones, Estados Unidos recurrió nuevamente a la formación de un ejército mercenario, como es costumbre en ellos cuando desean eliminar gobiernos que no son de su agrado. Cuba es un ejemplo de esas acciones.
El avión ruso volaba en el espacio aéreo de Siria y sin ningún intento previo le lanzaron un misil, causante del derribo.
Ante ese hecho, el presidente Barack Obama declaró durante la conferencia de prensa junto con su par francés, Francois Holland, que “Turquía tiene derecho a proteger su territorio y espacio aéreo, pese a que el avión fue derribado sobre Siria”.
Comentarios de especialistas aseguran que uno de los favorecidos en el robo y traslado de petróleo sirio hacia Turquía, es uno de los hijos del presidente Recep Tayyip Erdogán, el que en un ataque de ira influyó para el derribo del avión ruso, al verse afectado por los bombardeos al convoy de sus camiones.
Sin embargo, cuando la fuerza área cubana derribó dos avionetas de la organización terrorista anticubana asentada en Miami, “Hermanos al Rescate”, el 24 de febrero de 1996, las cuales llevaban varios días violando el espacio aéreo cubano para lanzar proclamas contrarrevolucionarias sobre zonas altamente pobladas de la capital cubana, de inmediato la respuesta fue al revés.
Estados Unidos acusó a Cuba y se negó a entregar las pruebas de los radares norteamericanos de que la acción militar fue en aguas cubanas.
El presidente William Clinton, como respuesta impulsada por los elementos de la mafia terrorista anticubana que dominaba la política contra Cuba en el Congreso, aprobó la conocida Ley Helms-Burton.
Con la firma de dicha Ley, Clinton entregó al Congreso las facultades del presidente de Estados Unidos para eliminar el Bloque económico, comercial y financiero, e incluso la Ley de Ajuste Cubano, la cual privilegia a los cubanos al ser aceptados cuando tocan suelo estadounidense.
Cuba tenía pleno derecho para ejecutar esa acción, pues había alertado en múltiples ocasiones al gobierno yanqui de las provocaciones que ejecutaba el grupo mafioso, quienes temerosos de un eminente cambio de política de la administración Clinton, a favor del levantamiento del Bloqueo y de la prohibición de los viajes a la Isla por parte de ciudadanos norteamericanos, organizó tales maniobras con respaldo de campañas mediáticas.
Con sus declaraciones en apoyo a Turquía, Obama demuestra cómo se manipulan las acciones contra Cuba, condenándola por hacer valer el derecho de defender su espacio aéreo y la seguridad nacional, puesta en peligro de forma maliciosa por la mafia terrorista, considerada por la Casa Blanca como “refugiados políticos”
Estados Unidos no se oculta para asegurar que su empeño es lograr la llamada “transición política” en Siria, es decir, sacar del poder al presidente Bashar Al-Assad, algo similar a lo que aspiran alcanzar contra Cuba.
Doble moral y mucha falta de ética se comprueban en estas declaraciones del mandatario estadounidense, que como tantas veces repiten, “has lo que yo digo, pero no lo que yo hago”
Clarividente fue José Martí cuando expresó:
“De este pueblo del Norte hay mucho que temer y mucho que parece virtud no lo es…”
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