Autor René Vázquez Díaz
Desde 1960, los millones repartidos anualmente por Estados Unidos para
reconquistar Cuba han creado más personajes de ficción que todos
nuestros novelistas.
Todo empezó con la consigna de la CIA de que los
atentados, los asesinatos, las invasiones, la guerra bacteriológica,
las campañas de difamación y todo tipo de terrorismo contra Cuba debían
ser plausibly deniable : cometer salvajadas haciéndose los bobos,
mediante cubanos alquilados a los que había que consagrar como héroes
reales.
Unos días antes de la invasión de Playa Girón, la revista
Times lanzó (con foto de portada) al honorable profesor Miró Cardona
como "líder de los rebeldes". Times publicó también una arenga de
oficina que, ella sola, era suficiente para que los carboneros en
harapos de la Ciénaga de Zapata, esclavizados en el fango hasta que la
Revolución los dignificó, recibieran a tiros al líder de Times: " ¡A las
armas, cubanos, que es preciso vencer para no morir asfixiados en la
esclavitud!", exhortaba el profesor Cardona.
Los expedicionarios
de alquiler, muchos de los cuales morirían matando milicianos, ni
siquiera habían visto a aquel glorioso líder de ida y vuelta ni a su
gabinete de postalita, cuyo valor histórico consistía en solicitar a
tiempo la intervención arrasadora del ejército norteamericano. Veinte
meses después de la derrota de Girón, los compañeros en armas de Cardona
(que desertaron sin honor de la Jefatura de la invasión cuando sus
subordinados aún combatían en Girón y San Blas) entregaron solemnemente
al presidente Kennedy (su jefe máximo) la bandera de la Brigada 2506 en
un patriótico acto de masas en Miami. Emocionado, Kennedy prometió que
aquella gloriosa insignia, que había ondeado sobre el zafarrancho y la
sangre de Playa Girón, sería devuelta a los cubanos "en una Habana
libre".
Esas palabras retumbaron en el mundo entero, pero aquel
trapo no era más que otra imagen viviente de la fabricación de símbolos
fulleros en la historia de la reconquista de Cuba, ya que jamás ondeó en
ningún combate sino que está históricamente comprobado que fue
confeccionada, a la carrera, en una casa de la sagüesera poco antes del
magno acto.
Las palabras vinculantes de Robert Kennedy consolidaron
desde entonces el uso de los símbolos esperpénticos cuando afirmó que
la reconquista de Cuba (el eufemismo de la época era the Cuban problem )
constituía "la máxima prioridad de los EE UU --todo lo demás es
secundario-- y en ello no ahorraremos ni tiempo, ni dinero ni esfuerzos
ni mano de obra".
Esa prodigalidad vació de dignidad no sólo a la
contrarrevolución pura y dura, la de las bombas y las infiltraciones
armadas, sino también a los próceres de la oposición en su condición de
mano de obra alquilada. Contra toda lógica, esa vieja estrategia
generadora de impostores no ha cambiado. Desde enero de 2001 a noviembre
de 2012, sólo la Oficina de Transmisiones para Cuba ( Offic e of Cuba Broadc a sting )
repartió 6,781,861.30 de dólares entre artistas, escritores y
periodistas para que aborden los asuntos cubanos de manera que
contribuya a alcanzar los objetivos de la política exterior
norteamericana.
El periodista Tracey Eaton exigió
que la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional) mostrara las cuentas del dinero destinado a los cubanos
de alquiler en los últimos años. La USAID respondió tachando muchos
nombres de personajes financiados ( Plausibly deniables ). Pero aun así,
las cifras que mantienen vivos a esos entes de ficción política es
impresionante: desde 2007, EE UU ha destinado 94 millones de dólares
para convencer al mundo de la necesidad de derrocar al gobierno de Cuba.
Al que quiera hacerse una idea de la magnitud de ese dineral, le
basta con visitar la página web de la NED, National Endowment for
Democracy:
sólo en 2011, un millón quinientos ochenta y nueve mil novecientos
quince dólares fueron repartidos entre organizaciones fantasmas e
individuos igualmente espectrales, que luchan por la reconquista
norteamericana de Cuba a espaldas de los propios cubanos. Eso sin contar
los libelos que machacan la misma noticia, maltratando la inteligencia
con textos de un nivel muy bajo. Los que escriben en publicaciones como
Diario de Cuba , Encuentro en la Red y Cuba Net ejercen, en su calidad
de becados de una potencia extranjera, una independencia de pacotilla.
Si los subsidios de Estados Unidos desaparecen, se esfuman ellos. Por lo
tanto dicen lo que los financiadores necesitan oír.
M uchos
diplomáticos europeos, obligados por sus gobiernos a amamantar a toda
una clientela de disidentes alquilados, se preguntan: ¿cómo es posible
que unas cantidades tan desorbitadas, extraídas del bolsillo del
contribuyente estadounidense (y ahora también de los bolsillos de un
contribuyente europeo cada vez más depauperado) no consigan más que
fabricar tahúres de los derechos humanos y escribidores ajenos a los
verdaderos problemas del país? ¿De verdad se logrará el ansiado cambio
de régimen en Cuba mendigando financiación política en las embajadas,
coordinando las acciones con la Sina (Sección de Intereses de Estados
Unidos en La Habana) e inflándolo todo en Radio y TV Martí, esos
engendros de Ronald Reagan que son propiedad de un gobierno extranjero?
El
caso de Yoani Sánchez se inscribe en esta larga tradición rutinaria de
fabricación de ficciones anticastristas. Cuando Sánchez empezó con su
blog, era un placer leer a una joven que odiaba ferozmente a la
Revolución y que lo describía todo como quien ve la realidad a través de
un tubo. Pero lo hacía con una prosa limpia que me encantaba. Ella
mentía por omisión pero aún no por encargo. Hoy en día Sánchez ha sido
tristemente obligada a ponerse en la fila de los demócratas criollos de
mentirita. Inflada de premios y agasajos, ha dejado de ser periodista
para convertirse en una señora adinerada que miente por omisión y por
encargo. Como una politiquera más, Sánchez acomoda su discurso a las
exigencias de mano de obra de la que hablaba Robert Kennedy.
Sánchez
no puede analizar la brutalidad del bloqueo. No puede hablar del centro
de torturas de Guantánamo. No puede hablar del terrorismo contra Cuba
ni analizar el por qué real del tozudo apoyo a la Revolución que existe
en lo más hondo de la Nación. Mientras ella misma y la gente a su
alrededor se benefician con los cambios estructurales que el Gobierno
está implementando, Sánchez está obligada a negarlos con una actitud
patéticamente parecida a la de los perritos que ladran por principio.
Y
quien sabe si ya alguien en la Casa Blanca le tiene reservado el honor
histórico de recibir la gloriosa bandera falsa de la Brigada de Asalto
2506, tal y como lo prometió Kennedy, en "una Habana libre". Es decir
cuando Cuba pase al fin por el aro "y vuelva a la normalidad".
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